Cuatro años después de la gran luz
Un día antes del eclipse.
Andrew Lionheart miro por la ventana de la torre de su
castillo y sostuvo el collar que su esposa solía llevar. Había pasado tiempo
desde que sostenía aquella joya en sus manos, pues demasiados recuerdos volvían
a su mente y era una felicidad que se tornaba en amargura con rapidez.
Se perdió por un momento en sus pensamientos, hasta
que la luz fue cubierta de su vista y lo trajo de vuelta al presente.
Ariel de Aesland se posó en frente de la ventana haciendo una seña de
saludo, la mera presencia del Ryujin trajo una sonrisa a los labios del rey, el
cual abrió espacio por la ventana para que su viejo amigo pasara.
Ariel había venido todo el camino desde Aesland
volando bajo la tormenta, llegaba con las buenas noticias de que su Reino
finalmente estaba libre de su mágico encierro y que su gente había
inmediatamente partido a retener cualquier avanzada de dragones que pudieran
venir del otro continente.
El Rey de Aesland conto la historia de como uno de sus
hijos y un grupo de personas de los Siete Reinos habían roto la barrera que los
retenía, y sus historias hablaban de demonios enemigos y horrores provenientes
de esa zona. Sin meditarlo mucho concluyeron que la mano de alguien en la
distancia manipulaba resultados en esta guerra, a pesar de ello, el regreso de
los Caballeros Leonarios, La unidad de Jorelen y la reunión de amigos
y de hijos en la ciudad les daba la señal de que era el momento
adecuado para atacar con todo.
El príncipe Richter se precipito en la habitación
en compañía de Aios y un segundo después tomo su capa entre
las manos revelando una figura atrás de él, esta se movió con un par de
piruetas y salto por encima de los hombros de Aios, precipitándose sobre la
mesa con mapas y clavando una daga en una posición en la costa.
- Nuestras sospechas
eran adecuadas- Musito con desdén William Baggins- va a
liberar la gran bestia de lodo.
-Entonces finalmente le
daremos fin a ese pendiente- dijo Ariel
escuetamente.
-Pero eso es algo que
solamente podemos enfrentar nosotros-
Afirmo Andrew- Esa es nuestra pelea.
-Padre, yo iré con los
que van por Alastar- dijo Aios enérgicamente.
Andrew lo medito por unos instantes, sabía que la
maldición no le permitiría a un Lionheart ponerle la mano encima a Alastar, era
el precio que había pagado por derrotar a Xion. Aios no tendría oportunidad en
la pelea, o quizás el resultado podría ser mucho peor, aun así su relación con
sus hijos estaba tan deteriorada que fue incapaz de negarle el deseo a su
hijo.
-Muy bien- Asintió lentamente- Ve
con los caballeros Leonarios, esa será su misión, ellos también tienen motivos.
Richter Lionheart escucho la conversación
sombríamente, nunca había conversado de las razones de su padre para no hacer
la guerra al dragón, para esperar o para atacar cuando lo hacía, de alguna
manera casi telepática, Richter entendía las razones de su padre, podía
sentir el resentimiento de Aios por las decisiones que los demás
tomaban, y aunque extrañaba su madre, no podía sentir el mismo afán o el mismo
dolor que podía sentir en los demás, para él la venganza era secundaria, estaba
más interesado en el final de este juego de ajedrez que Alastar y su padre
llevaban jugando por años. Estaba más interesado en saber quién era el otro
jugador que desconocían, el verdadero culpable de este conflicto, pero las
pistas apenas comenzaban a aparecer.
-Entonces yo iré con la
unidad de Jorelen- Musito sombríamente- nuestro trabajo es generar la oportunidad para los Caballeros Leonarios,
no es así?
Todos en la habitación asintieron.
-Hay algo mas- apunto William con incomodidad- hay un par de tareas que deben ser distribuidas, tenemos información
acerca de varias fortalezas donde se supone se tienen prisioneros Leonarios,
así mismo como está la tarea de investigar cual es el mecanismo con el cual
Alastar controla al monstruo de Lodo. Este par de puntos están dedicados a
delegaciones pero deben ser tenidos en cuenta en caso de que alguien encuentre
algo sobre ello.
En ese momento el capitán Gallel fue anunciado por los
sirvientes. El rubio joven en armadura dorada, ingreso a la habitación donde el
rey lo miro con desconcierto.
-Gallel, porque estas
tu aquí?- inquirió Andrew.
-Mi señor, el
comandante Jorg ha recibido la mala noticia de que su hijo ha sido tomado
prisionero.- respondió Gallel- esta recuperándose y estará presente en unos minutos, pero me he
tomado la libertad de venir aquí a solicitar que un grupo vaya en busca del
pequeño. Con la muerte de su esposa, la pérdida del niño es un golpe fuerte en
la moral de Jorg.
-Alguna pista de donde
puede estar el niño?- pregunto Ariel
consternado.
-Inteligencia de Muluar
indica que vieron pasar un contingente enemigo llevando prisionero hacia un
sitio conocido como la torre negra, en la península de la bahía de colonia, más
allá del territorio de Muluar.
-Jorg Ha sido
fundamental en esta guerra- comento decididamente Andrew- Destinaremos un grupo
para que inspeccione esa zona. Sin embargo está lejos de nuestros objetivos
principales. Así que no será ninguno de ustedes quien vaya. Dile a Jorg
que asigne a quien quiera.
Gallel se retiró, y con él, todos empezaron a partir
hacia los lugares donde querían estar en aquellas últimas horas. Ariel y
William fueron a designar sus órdenes a sus respectivos comandos, mientras que
Richter pasó parte de la noche con su hermana Helena contándole cuentos
antes de que la pequeña fuera a dormir. Aios por su parte acomodo su equipo y
estuvo observando a los Caballeros Leonarios desde lejos. Estos fueron citados
una hora después junto a la unidad de Jorelen y estos recibieron sus
últimas órdenes del mismo rey.
Al pasar la media noche ya las órdenes habían sido
dadas para todos y todos se preparaban, las tropas que irían por tierra se
hallaban en los límites del primer círculo de bosque, mientras que todos los
demás esperaban a punto de abordar sus Spelljammers. Aquella noche desde la
ciudad era imposible divisar el cielo, pues estaba cubierto por las naves, de
diferentes tamaños y a diferentes alturas.
Comenzando la madrugada Lionheart salió a la
plaza central de Leonaria, en el lugar donde había sido erigido el monumento a
la reina Marian. Sus tropas y su pueblo estaban allí esperándole y
llenando cada una de las calles de la blanca Leonaria, los magos utilizaron sus
poderes para que en cualquier superficie refractiva pudieran ver al rey de
cerca, en su llamado a armas.
-Este día…- comenzó con palabras ahogadas- Este día era uno que había evadido durante mucho tiempo, cuando
supe quién era mi enemigo, no hubiera necesitado ni mi espada para
acabarle, para hacer justicia y para erradicar el mal que siempre había jurado
combatir.
Sin embargo desde tiempo atrás cargo esta corona, y la reina
Marian me enseño que aquella corona representa un poder sobre este
reino, sobre mis súbditos, pero más que ello es un compromiso. Un compromiso
con todos aquellos que viven aquí, con cada mujer, cada niño y cada hombre que
vive bajo mi techo y bajo mi sombra.
Ustedes están todos bajo mi cuidado, y bajo esa premisa decidir no
atacar a mi enemigo, pues aquel acto que podía ser justo ante el mundo
y ojos divinos, sería una afrenta contra otro continente, un continente
que respaldaría a mi enemigo, si yo levantaba mi mano primero contra él, y
sería una guerra donde no ganaría nadie y perdería a mi pueblo.
Durante mucho tiempo el conflicto solo fue un juego en nuestras
naciones, políticas e intrigas y a pesar de estar harto de ello, cada minuto
que lo aguantaba era un minuto de paz, era sangre de Leonarios que no
corría.
Pero el mal en sí, siempre quiere encontrar la manera de destruirlo todo
y el precio fue pagado por mi familia, por la reina. Gracias a muchos de
ustedes el enemigo se vio revelado y su ataque y su intento por destruir el
continente en silencio ha fallado, Alastar de Aragonessem, el dragón negro ha
sido revelado en sus intenciones, y ahora el otro continente ha retirado su
respaldo, y solo los traidores y aquellos para los cuales su palabra no es nada
lo apoyan.
Esta larga guerra ha durado tres años ahora, y ha costado las vidas de
muchos de nuestros seres queridos, ha distanciado padres e hijos, ha creado
rupturas en nuestros hogares que tal vez jamás se resuelvan.
Pero finalmente y después de mucho aguantar nuestro enemigo ha perdido
sus ventajas, ya no más apoyo de lugares desconocidos o de otros continentes,
ahora esta pelea es ya solo entre ellos y nosotros, y esta vez marchamos a la
batalla final, a terminar con esto de una vez por todas. No porque es el bien,
o porque es una causa justa, ahora marchamos por venganza, por todos
aquellos caídos, por todos aquellos que ya no están. Pero que están aquí con
nosotros!! -grito mientras golpeaba su pecho.- Esta va por todos ellos, y por nosotros.
Ariel, observo con asombro el peso de la corona y el
peso de la guerra en su amigo. Andrew Lionheart siempre había luchado por el
bien. Él lo había llegado a considerar casi como uno más de los paladines que
hubiera conocido en su vida, y sabía que en el fondo era un ideal y un
sueño que el guerrero de los claymore siempre había tenido. Así que en aquel
momento cuando en el discurso a su ejército le hablo de venganza con fuego en
los ojos, Ariel comprendió que su amigo había renunciado a su sueño.
El lugar se llenó de gritos de batalla que ni el rugir
de la tormenta que arreciaba pudo callar. Una hora después todos partían en sus
respectivas naves camino a la última batalla de aquella guerra.
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