La batalla de la torre Negra
Capitulo 1
Entre las muchas crónicas e historias de batallas que pueden contarse en las guerras hay aquellas que llenan de inspiración las nuevas generaciones, de valor y camaradería , de grandeza y heroísmo; sin embargo hay esas historias que los perdedores y muchas veces los ganadores quieren olvidar, de vergüenzas para dejar atrás o de eventos tan horrendos que solo sirven para alimentar las pesadillas de todo aquel que las conoce, esta es una de esas historias, las que nos recuerdan los terribles precios de las guerras.
Era la madrugada del eclipse, una torrencial tormenta arreciaba sobre Leonaria, los tambores de la guerra había dado sus ritmos para aquella decisiva batalla y el mismísimo cielo marchaba ahora al compás, los barcos voladores se levantaron imponentes al lado de las nubes, tentando la tormenta y los relámpagos a abrirse paso a ellos o a intentar detenerlos.
En uno de los tantos barcos la capitana Mineru se ajustó su armadura mientras observaba por la ventana de sus aposentos como la tormenta arreciaba, dudo un segundo antes de entregar las cartas con indicaciones a su teniente y luego ordenó proseguir. No le quedaba mucho tiempo para pensar en ese particular asunto pero había algo en sus instintos que le hacía aborrecer la misión que acababa de entregar.
Oteo de nuevo la carta con el sello real que el general Jorg le había entregado media hora atrás, en ella le ordenaba poner a disposición de una misión secreta una de sus unidades. Un aparente trabajo de reconocimiento y posible rescate basado en dudosa inteligencia sobre la posición de prisioneros de guerra.
Mineru conocía sus hombres como cada parte de la armadura que llevaba, sabía que los hombres que habían sido escogidos para aquella misión distaban de ser la mejor unidad que tenía, y la posición estratégica que cubrían no se veía gravemente afectada en general por un grupo dedicado asistir otros, y aunque tenía cierto sentido no usar los mejores soldados en esta misión cuando la batalla más importante se libraba, se incomodaba ante la idea de que estuviera mandando gente a ser sacrificada, pero a la vez se sentía incapaz de afirmar algo al respecto ya que los motivos de la misión tenían una alta credibilidad, por personales que fueran.
Los intereses detrás de esta búsqueda a última hora eran claros. El general Jorg era un héroe de guerra de Leonaria, su ciudad había sido una de las cercanas a Colonia y había perdido la mayoría de su familia en los ataques del Condado a esta, su hijo, único sobreviviente había sido capturado meses atrás en un asalto a los transportes de civiles y desde entonces no se había sabido de él.
A pesar de ello Jorg se había mantenido al frente de su trabajo, librando las batallas, guiando las tropas y asistiendo a Gallel en la dirección de la legendaria unidad de Jorelen en la defensa del sur contra la avanzada de los dragones, la cual merecidamente le hizo ganar el título de “Domador de sierpes”.
Jorg nunca había pedido un favor en el reino o siquiera mencionado algo acerca del paradero de su hijo, pero en esta última batalla la información sobre el posible paradero de este y la solicitud de un grupo enviado a este posible lugar apestaba a desesperación, a un específico tipo al cual Mineru se negaba a protestar.
Las dos unidades encargadas eran conformadas por personas con personalidades difíciles, gente que en una situación diferente jamás trataría de obligar a trabajar en un equipo, en particular una de ellas estaba llena de antisociales, fanáticos y algunos con tendencias criminales, mezclados con otro trío de individuos de alta espiritualidad pero sin el suficiente carisma como para arrastrar con su fe o disciplina a la otra caótica mitad.
Individualmente cada uno de ellos podía ser sobresaliente en sus labores, y eso le había llamado la atención a ellos, en particular Mineru admiraba tremendamente la recursividad del mago y la mente crítica del paladín, le aterraba el desprecio por la vida del pícaro y gustaba mucho de la monje, sin embargo su posición como capitana le había generado conflicto a la hora de pensar entrar a esas aguas, los demás le producían emociones encontradas pero menos intensas, aun así se preocupaba por sus vidas.
Uno de sus oficiales tocó su puerta indicando que en un par de minutos sobrevolarían los bosques de Muluar. Desde allí para evitar contacto directo con las tropas enemigas desplegarían las unidades y su barco seguiría directo a la batalla. Al salir un momento al puente su nave hizo contacto con una nube negra que se venía aproximando, al estar un poco más cerca pudieron distinguir que se trataba de pequeños dragones negros, una cantidad gigantesca de ellos que parecía formar un enjambre.
La batalla no se hizo esperar y rápidamente varias unidades se hicieron presente en el puente para repeler el ataque, Mineru dio instrucciones de batalla rápidamente a todos y en segundos había organizado una defensa que permitía a su nave abrirse paso, sin perder tiempo la capitana se mandó hacia la parte inferior del barco donde el par de unidades que allí se desplegarían esperaban listas en las plataformas para descender.
Confirmó brevemente con ellos la ruta que tomarían hasta la costa y le entregó el mapa al mago, le dio una fugaz pero intensa mirada a la hermosa monje, pero esta se hallaba en medio de las preparaciones cuestionándose aun las razones de esta batalla y el momento de Mineru pasó inadvertido.
-Cuídate Ethel- Musito Mineru Mientras observaba el grupo descender del barco.
Capítulo 2
El par de plataformas descendieron a gran velocidad, el viento golpeaba fuertemente y por momentos los guerreros casi sentían despegarse del piso de madera en el que estaban, repentinamente la construcción redujo velocidad antes de llegar al suelo, donde se depositó sobre la arena relativamente suave dejando un pequeño hundimiento a forma de cráter. Los grupos se desplegaron en direcciones opuestas y comenzaron a observar el lugar en busca de enemigos.
Atrás de ellos podían divisar los bosques de Muluar con sus extraños árboles que daban la impresión de moverse, dos miradas a este bosque nunca te daban el mismo paisaje, era una pesadilla para quien estaba tratando de acampar cerca y mantener vigilancia. Del otro lado tenían un panorama de arena y roca, y en la distancia podían identificar el mar bañando con un oleaje agitado la playa. Estaban relativamente cerca a lo que geográficamente alguna vez había sido la ciudad de Colonia, aquellas tierras que se habían convertido en desierto con el paso del tiempo, obra que ahora se sabía había sido culpa de su enemigo en la guerra, el Dragón Negro Alastar del Condado.
La arena de Colonia era diferente a la arena de la costa, esta era dorada y de alguna manera conservaba humedad mientras que la arena que provenía de Colonia era Blanca y se sentía mas como un cristal u otro mineral, en esta zona la mezcla de las dos arenas formaba extraños patrones sobre el camino que a veces con sus ondas y ribetes parecían mostrar paisajes y lugares dibujados sobre el suelo.
En la distancia la bahía ocultaba la visibilidad con caprichosas formaciones de roca que se alzaban sobre las arenas, el primer grupo decidió enfilar hacia los bosques y establecer un perímetro, mientras que el grupo de la monje y el paladín decidieron moverse hacia la playa y tratar de ganar un poco más de visibilidad.
Buscaban algo que la inteligencia recogida llamaba la torre negra, los rumores decían que un par de Rangers Leonarios se habían topado por equivocación con una gran caravana de enemigos que poseía prisioneros y se estaban moviendo hacia la bahía, información menos fiable decía que al final de la bahía, en una de las penínsulas rocosas sobre el mar, el Condado había levantado una torre negra de obsidiana y que las prisioneros eran llevados allí.
El paladín meditaba sobre el discurso que horas antes el rey había dado, un discurso emotivo que había levantado la moral de las tropas para la decisiva batalla que sin duda en aquel día llevaban, y pese a que había justicia en acabar con este enemigo que tanta maldad al mundo traía, no dejaba de pensar que el discurso del rey predicaba e inspiraba ahora una línea borrosa ahora entre justicia y venganza, esto le incomodaba tremendamente a la hora de poner su arma al servicio.
Absorto en sus pensamientos siguió caminando mientras ponía atención en la distancia, segundos después el Ranger que avanzaba adelante de ellos les alerto que había una trampa alrededor de ellos y que la ruta a la playa en la que se habían ubicado para mejorar su visibilidad estaba protegida por un inmenso campo minado.
Sin moverse por un instante avisaron por sus comunicadores de la situación al segundo grupo que se movía en la distancia y después de analizar la formación del suelo el Ranger pudo determinar la completa extensión del campo minado, evidentemente el enemigo cubría el acceso a la playa o desde la playa al interior, y siendo esta un espacio abierto en general era tácticamente mala posición era previsible que esta ruta les ocultara algo.
En pro de continuar rápidamente el mago soluciono el problema del campo minado haciendo levitar la plataforma de madera sobre la que habían descendido y luego de subir el grupo a ella sobrevolaron lentamente el campo minado. El ligero incremento de altura que tuvieron por un momento cuando levitaban sobre las minas les dio un instante para observar que no muy lejos un ligera estela de humo se asomaba ligeramente de una formación de rocas en la playa.
Un poco más de observación le permitió al grupo darse cuenta de que un campamento enemigo se alzaba en las cercanías, usando las dunas se acercaron al lugar y gracias a la labor de reconocimiento del Ranger y el Pícaro, encontraron la posición de dos de los vigías del lugar. Usando las dunas, el grupo logro moverse en oleadas de dos avanzando hacia los vigías de manera silenciosa, al acercarse a ellos lo suficiente se dieron cuenta de que la situación era más complicada de los que habían previsto…
El campamento en la playa era un pequeño e improvisado puerto que estaba sirviendo de alguna manera como depósito, el nivel de alarma subió drásticamente entonces cuando pudieron notar que oculto tras otras dunas yacía un gran campamento enemigo, adyacente al pequeño puerto en la playa.
Los vigías cerca al campamento eran un par de ciclopes, el Ranger con un preciso flechazo a la cabeza se encargó del más lejano y el pícaro sorprendió por la espalda y silenciosamente a aquel se encontraba más cerca de ellos.
Avanzaron rápidamente hacia el puerto y se dieron cuenta que la formación rocosa alrededor era parte de un conjunto de grutas que sobresalían de la arena, con un aparente rio subterráneo que desembocaba cerca, si ponías atención y aislabas el sonido de las olas y de la lluvia que caía, podía sentirse el correr del agua bajo las rocas, un par más de ciclopes cuidaban del campamento, el Mago y el Ranger se acercaron silenciosamente por un costado, mientras que el Pícaro y la Monje avanzaron a tratar de llevarse una impresión de lo que era la carga que almacenaban en cajas afuera del único par de tiendas que el puerto tenia. Rezagados atrás con sus ruidosas y más pesadas armaduras el clérigo y el paladín esperaron el ataque sorpresa de sus compañeros.
Sin embargo las cosas no resultaron como las habían planeado, por un lado en las tiendas de campaña descubrieron una mujer con vestimentas de Druida guardando la carga cerca a las tiendas, así que a pesar de haberse acercado, el acceso a las cajas estaba más que complicado, por el otro lado las cosas no iban mejor; al emboscar uno de los ciclopes que aun patrullaba se dieron cuenta de que criaturas se movían por las grietas de las grutas en el suelo y hace un buen rato los habían detectado.
El ataque de las criaturas no se hizo esperar y esto pareció de alguna forma poner en alerta a la druida que se hallaba en el campamento, esta tomo un cuerno para sonar la alarma y de no ser por la rápida intervención de la monje hubieran creado un gran alboroto.
Las criaturas que acechaban bajo el suelo hicieron su aparición, aberraciones con el cuerpo de un lagarto pero la cabeza de un pescado y con la piel babosa y negra como el alquitrán, con más de cuatro extremidades y una capacidad impresionante para moverse rápidamente.
Al eliminar el ciclope las criaturas del suelo terminaron de salir del piso como si la sangre las hubiera llamado, segundos después cada miembro de la unidad termino con al menos una de estas criaturas atacándole, esto le dio espacio y aviso a la druida, que aprovecho para iniciar un conjuro.
A pesar de las resaltables habilidades de batalla de cada uno de los miembros del grupo, deshacerse de las criaturas les tomo un par de segundos que la druida supo aprovechar, el mago sin embargo reconociendo los cantos y la simbología mística detrás de lo que en la distancia veía hacer a la mujer, vio como una invocación venia en camino y decidió terminar lo mas rápidamente con la pelea conjurando un bola de fuego sobre la invocadora.
El hechizo golpeo el área donde la mujer se hallaba, la Monje y el Pícaro tuvieron apenas instantes para reaccionar y tratar de cubrirse con las rocas alrededor, pero se llevaron una desagradable sorpresa al leer en uno de los costados que las cajas cercanas a la tienda contenían pólvora. El mago no había previsto que la carga fuera inflamable, mucho menos explosiva, también desconocía que la Monje y el Pícaro estuvieran abajo, así que la gran explosión que se formó en el lugar lo tomo por sorpresa, su bola de fuego amplio muchísimas veces su anticipado radio y hasta el clérigo y el paladín que venían atrás tuvieron que cubrirse de las llamas que se propagaron en diferentes y erráticas direcciones.
Con los oídos aun aturdidos por la onda explosiva, el clérigo y el Paladín que habían observado desde la distancia la posición de todos sus compañeros corrieron a socorrerlos, el par cerca a la druida había logrado sobrevivir gracias a sus habilidades, moviéndose rápidamente sobre el terreno y ocultándose en los desniveles proporcionados por un par de dunas. Aun así las llamas los habían alcanzado y fue necesario que tuvieran atención mágica de sus compañeros.
Observando el carbonizado cuerpo de la druida el golpeando grupo se incorporó para darse cuenta que su plan para pasar inadvertidos se había ido por el drenaje y ahora necesitaban moverse pues todo el campamento adyacente se dirigía ya hacia ellos, haciendo uso de algunas varitas, el Mago puso el conjuro de invisibilidad sobre su unidad y se retiraron rápidamente del lugar una vez más tratando de seguir la línea costera.
Avanzaron así por varias horas, el Ranger que mientras caminaba trataba de deshacer los rastros que dejaban detectó la presencia de un nido de escorpiones de gran tamaño, los arácnidos se hundían en la arena y volvían a salir, a veces solamente dejando salir sus aguijones o jugueteando con las patas, entre todos concluyeron que era difícil determinar cuántos podía haber en aquel lugar y seguramente eliminarlos no hubiera sido una batalla fácil así que retomando un acercamiento más discreto el grupo tomo un camino alternativo hacia las puntas de la bahía, desde donde estaban confirmaron que parte al menos de la información que tenían era cierta; en la distancia podían ver la península mencionada en los mapas que llevaban y la infame torre negra levantándose sobre esta.
La formación rocosa sobre la playa comenzó a extenderse y empezó a convertirse en un acantilado que daba directamente al mar, abajo las olas se azotaban contra las rocas haciendo una estela de espuma que llegaba hasta las paredes de roca. Con algo de cansancio y el frio de la lluvia que aun caía sobre ellos vieron como el relativo camino fácil de la playa se había convertido ahora en un tortuoso ascenso por escalada, sin duda esta era la razón por la que había escogido esa posición para la torre.
El mago no se dejó intimidar por las paredes rocosas y seleccionando una varita más de su maletín puso sobre su grupo el conjuro de escalada de araña, permitiendo que todos se movieran a través de los mojados muros de roca sin tanto peligro de caer al mar.
Continuaron así por un par de horas esquivando la búsqueda de los soldados que hacían patrullas tratando de localizarlos, el sol comenzó a asomar unos cuantos rayos a través de las densas nubes de lluvia y pudieron darse cuenta que el amanecer se aproximaba, y dentro de poco perderían la ventaja de la oscuridad y la sorpresa que esto podría darles al llegar a la torre, si es que aún era posible una.
Gracias a un accidente agarrando la piedra equivocada para subir el Ranger se encontró ante la noción que las paredes que estaban escalando y que usaban para avanzar estaban llenas de trampas de allí en adelante, una piedra se había desencajado de uno de los muros sobre los que ponía la mano y se hallaba cayendo libremente hacia el océano cuando repentinamente pudo ver como reboto en la nada, rápidamente comprendió que el terreno en el que se hallaba había sido modificado por un campo ilusorio, engañando los sentidos de aquellos que escalaban, generando la probabilidad de tomar pasos en falso que los hicieran estrellar contra las rocas en el fondo, más adelante se ponía aun peor, pues pudo anticipar trampas mecánicas y mágicas ocultas en el campo.
Con esta información la unidad decidió abandonar la avanzada por las paredes del acantilado y regresaron a tierra firme con agilidad, en la distancia aun podían observar las tropas del campamento aun cazándoles, sin embargo habían tomado bastante distancia y no parecían aun acercarse a la zona donde estaban, al terminar de subir la pared se dieron cuenta que se hallaban bastante cerca de una especie de poblado, a uno que en particular no era mencionado en ninguno de los mapas que tenían.
Capitulo 3
Se acercaron cautelosamente al pueblo, en esta parte ya se hallaban sobre tierra y la lluvia había convertido el terreno en barro, las pesadas botas de todos se hundieron sobre este y el paso hacia el lugar se hizo lento por la limitación de movimiento, a lo lejos un espectáculo de luces y truenos podía verse en la distancia, la batalla aún se llevaba a cabo en la frontera con el condado, la guerra no había acabado aun esa noche, y el sol debía comenzar a asomarse en cualquier minuto sobre el cielo, sin embargo por encima de las nubes, aun podía verse la luna, la cual se acercaba a la posición donde el sol saldría.
El pequeño pueblo al que llegaban se hallaba despierto, había gente moviendo carretas y podían verse varios grupos de personas manejando herramientas de cultivo, sus ropajes, o más bien harapos, podían saber que no eran Leonarios, todo parecía muy normal excepto que cuando se acercaron, que presenciaron un espectáculo que les llamo poderosamente la atención.
En medio de los campesinos que parecían no inmutarse una criatura elemental humanoide surgió, una temible figura que era un collage de pedazos de roca con pedazos de metal, sus ojos eran un par de puntos de fuego perdidos en lo que debía formar parte de la cabeza y bajo sus extremidades haces de luz y calor surgía como erupciones, un par de alas negras descansaban en su espalda, en uno de sus brazos cargaba una espada larga negra y del otro arrastraba una cadena, del otro lado de la cadena se azotaba contra el suelo un soldado Leonario, el hombre
Tenía heridas en la mayor parte del cuerpo y parecía tener roto al menos un par de huesos en sus piernas lo cual le impedía ponerse en pie y como consecuencia era arrastrado la mayor parte del tiempo por la criatura que le llevaba.
Ante tal imagen, intempestivamente el Paladín se lanzó hacia el frente desechando cualquier oportunidad de sorpresa que hubieran podido planear, en su mente no cabía duda en su proceder, había un compañero en necesidad y podía sentir una gran maldad en frente de él, una combinación que para el como para casi todos los de su clase le producía un impulso casi primario a ir al frente a combatir, sin importar las consecuencias, sin importar el riesgo, solo en protección de lo justo y lo correcto.
El paladín desenfundo su espada y se lanzó en un ataque frontal ante la criatura, esta alcanzo a ver venir al Leonario cargando y tuvo su espada lista para recibir el embate, chispas de fuego saltaron al aire cuando la espada de mithril hizo contacto con la obsidiana de la espada del elemental, este giro su cuerpo violentamente y usando la cadena arrojó al Leonario encadenado contra el paladín.
El grupo aún bajo el efecto del conjuro de invisibilidad observo como el paladín hacia su ataque, aprovechando los instantes que aun tenían antes de revelarse, se posicionaron mejor cerca a su enemigo, el Ranger observando el ataque del elemental sobre su compañero uso una de sus flechas mágicas más fuertes y en un preciso ataque asesto un flechazo en un eslabón gastado de la cadena, rompiendo esta y evitando que el Paladín fuera golpeando con el otro Leonario.
El clérigo se acercó al encadenado y el pícaro se acercó rápidamente tratando de flanquear el enemigo, la monje tomaba un posición similar por el otro extremo y apenas estuvo a tiempo para esquivar un proyectil que le rozo la mejilla, un par de metros de donde llevaban combate con el elemental y oculto tras un par de paredes se hallaba un hombre de curiosos y brillantes ropajes que manejaba una especie de pistola alargada.
El mago coloco un conjuro defensivo sobre el Paladín que se lanzaba en un segundo ataque, esta vez el elemental pudo atrapar el primer ataque pero pesadamente apenas pudo reaccionar para el segundo y recibió un golpe de espada sobre uno de sus brazos. Pedazos de rocas saltaron de este al recibir el impacto, y la criatura elemental retrocedió un par de pasos, sin embargo en el instante en que las rocas cayeron fue como si se hubiera liberado vapor contenido, y una nube tremendamente caliente se dispersó en los alrededores.
El grupo apenas alcanzo a alejarse para evitar que el chorro de vapor hirviendo terminara quemándolos gravemente, para complicar las cosas aún más el alboroto del combate había llamado la atención en los alrededores y la gente empezó a acercarse.
El Ranger y el pistolero se ensañaron en una batalla de distancia mientras el mago conjuro un hielo para atacar de lejos el elemental, por otro lado el clérigo pudo tomar un par de segundos para atender a su compañero prisionero el cual se encontraba bastante mal herido.
La monje en una secuencia de movimientos rápidos se acercó al elemental esquivando un par de chorros de vapor que aun salían del golpe de espada del Paladín, este reacomodo su posición para evitar el vapor y lanzo un ataque que el elemental alcanzo a detener, la monje aprovecho esto y se acercó suficiente espacio al enemigo, en un instante asumió la posición del caballo frente a él y golpeo con bastante potencia el cuerpo de elemental en varias partes, causando que la roca se agrietara.
El mago libero su conjuro de hielo que golpeó duramente al elemental, las grietas hechas por la monje cambiaron de color a un color casi blanco e incrementaron su tamaño, el elemental libero una nube aún más grande de vapor hirviendo y todos se movieron de nuevo esquivando el ataque de área, aunque sin dejar de sufrir daños menores del mismo.
El vapor empezó a hacer difícil la visibilidad y en consecuencia a esto y a estar concentrado en el pistolero, el Ranger recibió un hachazo que salía casi de la nada, la herida hubiera resultado fatal, pero el clérigo estuvo allí a tiempo para cerrar la herida rápidamente con su toque y proteger a su compañero con su escudo.
El Leonario capturado que ya se hallaba un poco mejor después de las atenciones del clérigo reconoció entre el vaho del vapor su hacha personal, una mujer de aspecto agreste la blandía ahora y se acercaba hacia ellos. Sin pensarlo dos veces y con la frustración de haber estado tanto tiempo capturado el hombre entro en furia y salto a atacar a la mujer.
En el otro extremo la caída del Ranger tuvo consecuencias, el pistolero quedo libre del constante acoso a arco y flecha, y pudo colocar un buen par de disparos sobre la monje y el mago, que no resultaron ser fatales pero los dejo en pésima posición contra el elemental que en un batir de espadas golpeo y logro herir a todos.
El paladín se recuperó del impacto y observo como su escudo había caído metros más allá de su alcance, empuño la espada a dos manos y por un par de centímetros esquivo un disparo del pistolero que estaba en posición de tomar a cualquiera como su blanco; ignorando esto último, el servidor divino cargo hacia el elemental y esta vez no paro el ataque de espada de su enemigo, en vez, en un atrevido movimiento, balanceo toda su pesada armadura y se movió lo más rápido que pudo alcanzando a esquivar el ataque, luego perdiendo completamente su posición defensiva arremetió con la espada en una de las grietas del pecho del cuerpo del elemental logrando clavarla en incrustarla en el roca, vapor con más presión que nunca surgió del temible enemigo y dio directamente sobre la armadura y la piel del Paladín, este que esperaba el abrazo ardiente se sintió sorprendido al verse ileso.
Pudo observar que un aura brillante pero fría le rodeaba, y descubrió sobre si un conjuro de protección contra elementos que el mago de la unidad acababa de ponerle. Por ese lado el capturado se había unido ahora a la batalla y junto al pícaro tenían ocupada a la bárbara del pueblo que estaba decidida a hacer del mago y el clérigo su objetivo.
El Ranger medianamente recuperando uso una flecha de impacto sónico para golpear la parte donde el elemental había sido empalado por la espada del paladín, el flechazo libero una onda de sonido que libero la espada y dejo al descubierto el interior de la criatura elemental. La monje no desaprovecho ni un segundo al ver esto y con un ataque de ki perforo directamente en el centro de la criatura, esta al recibir el impacto se hincho rápidamente y haciendo el sonido de un tetera hirviendo exploto en una ráfaga de llamas que surcaron en todas direcciones, impactando incluso algunas de las casas aledañas.
Los techos de algunas casas se envolvieron en llamas y cuando finalmente todo el humo y el vapor se despejaron, la unidad Leonaria pudo ver como en frente de ellos un grupo de campesinos y habitantes del pueblo se apilaban junto a ellos. El pícaro aprovecho que la mujer enemiga se hallaba ocupada atacando el Clérigo, el Mago y el antiguo prisionero, y se acercó por la espalda apuñalando sin piedad a la bárbara rubia, las heridas hechas la sacaron de combate instantáneamente, y si no hubiera sido por que el mago se interpuso este hubiera tomado la vida de la guerrera en el siguiente movimiento.
Rocas comenzaron a lloverles donde se hallaban, los Leonarios se reagruparon alrededor de su clérigo para recibir atención y pudieron darse cuenta que estaban siendo lentamente rodeados por una turba furiosa armada de antorchas y tridentes, el paladín trato por unos instantes de razonar con ellos explicándoles la situación, haciéndoles ver que los había liberado de la maldad de la criatura elemental, pero para los ojos de los campesinos ellos eran el enemigo.
Podían ver en la mirada de la gente frente a ellos un acérrimo odio, las rocas, y escupitajos les hicieron entender que los detestaban, aquellos hombres, mujeres y niños los miraban como si aquel grupo, no..., aquella insignia que ellos llevaban en sus armaduras de mithril representara la verdadera maldad. El grupo dubito entre enfrentar aquellos que los atacaban, y el pícaro se había caldeado lo suficiente como para querer acuchillar unos cuantos de los aldeanos, sin embargo después de haber derrotado al elemental que exudaba maldad, ver este grupo atacándoles solo le hacía entender que habían lugares donde no habían buenos o malos en esta guerra….solo lados.
Con algo de tristeza aun en la realización el mago se dio cuenta que el pistolero se había esfumado completamente de vista, comprendiendo el peligro que ello representaba, alerto a sus compañeros lo mismo y usando un conjuro de humo y de nuevo conjuro de invisibilidad, lograron colarse entre la gente y fueron tras el pistolero. Según el Ranger pudo concluir de los rastros, este había tomado algo distancia y se hallaba corriendo, probablemente colina arriba hacia la torre negra.
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