Día de la batalla.
Tiempo del Eclipse
Un ruido ensordecedor nos cubrió
repentinamente, al tomarme los oídos pude notar que estos sangraban y por un
momento todo estuvo en silencio y calma. No podía escuchar el ruido de la
turba de no muertos que se dirigía hacia nosotros, ni el sonido del agua
cayendo sobre los charcos, o el probable estruendo que el constructo de carne
hacia cuando daba sus pesados pasos dirigiéndose a nosotros.
Aturdido era como si no pudiera moverme,
mi mano derecha temblaba intermitentemente y había arrojado sobre el
barro mi espada, que aún se hallaba por alguna suerte clavada en el
suelo. El rostro sucio y lleno de lágrimas de Isabela me saco un momento de mi
inusual letargo, solo pude sentir como me acogía con sus brazos y nos arrojábamos
un par de metros lejos, evitando la estampida de la monstruosidad que acaba de
asesinar a Daerin.
Cada uno de nosotros sabía que la
consecuencias de venir al condado, parte de la táctica de Alastar para bajar la
moral de cualquier enemigo que quisiera venir era la amenaza de que la muerte
en este territorio era permanente, nadie que cayera en este lugar conservaría
su alma completamente y sería imposible traerle de vuelta al mundo de los
vivos, aun así todos nosotros sabíamos lo que debíamos hacer y cada uno de
nosotros había estado dispuesto a pagar el precio, sin embargo ahora que ya había
sido cobrado por primera vez se sentía demasiado.
Mientras lentamente recuperaba mi audición
pude ver que era lo que me había aturdido: entre el grupo de no muertos una
Banshee se preparaba para lanzar un segundo grito, esta vez tratando de
afectar a los dragones de Jorg que se había abalanzado sobre la temible aberración.
Isabela estaba aún allí frente a mí,
buscando mis ojos con los suyos, llorando con una mirada de ira desencajada y
ansiosa por recuperarme para lanzarse de nuevo en venganza, un
grupo de vampiros y no muertos se abalanzaron sobre nosotros, pero lo primero
que recibieron fue la onda de energía canalizada de la clérigo, pocas
veces me había detenido a analizar la sensación nauseabunda que producía la
onda de energía curativa, cerrándote a gran velocidad las heridas y reconstruyéndote
por dentro como si volvieras a nacer.
La onda curativa destruyo una buena
cantidad de los no muertos, pero una vampiresa se lanzó sobre Isabela que no le
veía, le grite advirtiéndole, aunque fui incapaz de escuchar mi propia voz y
saber si había logrado algo, como reflejo mi siguiente movimiento fue casi
propulsarme por encima de Isabela, recibiendo la enemigo con mi mano
sobre el cuello.
Solo un instante fue necesario para
recordar que no tenía armas sobre mí, el escudo que usualmente cargaba estaba aún
en mi espalda y estaba demasiado lejos como para poder hacer algo con él en
aquel momento. La vampiresa desgarro las uniones de mis brazales y me desgarro
las piezas de la armadura del brazo con el cual le ahorcaba.
Casi sonreí para mí mismo al darme cuenta
de la futileza de lo que inicialmente había usado para atacar, hasta que decidí
usar mi imposición de manos. Mi mano rápidamente se ilumino y arrojo una onda
de energía positiva mucho más pequeña que las que Isabela lanzaba, sin embargo
fue lo suficientemente intensa para hacerle explotar en esquirlas de polvo y
hueso el cuello a la vampiresa.
Un segundo después podía escuchar de nuevo
todo aquello que pasaba a nuestro alrededor y estuve a tiempo para
recibir la espada que Jorg acaba de lanzarse para reemplazar la que había
perdido.
Kaen luchaba con un soldado de Tecnarquia
y pude ver que había acabado ya con un par para cuando pude verle, Rina
llevaba un rato sobrevolando en retirada, mientras un especie de hombre lobo le
seguía, la maga no parecía muy preocupada y se había dedicado a defender a
Isabela que tomaba unos segundos para terminar algún conjuro.
Después de un momento pude identificar el
comandante de las tropas no muertas que nos rodeaban y me envolví en un duelo a
espada bastante equilibrado, pero con el cual logre evitar un ataque organizado
sobre nosotros.
Jorg había tratado de controlar la masa
que nos rodeaba usando uno de los dragones sobre los que montaba para
aterrizar cortando paso sobre las tropas mientras a la vez se cuidaba de los
viciosos ataques del Constructo de Carne, este finalmente después de un rato de
enfrentar al segundo dragón de Jorg, fue capaz de destrozarle las alas y
el tiempo que teníamos antes de tener que enfrentarle empezó a ser
limitado.
Isabela termino su conjuro y en un par de
segundos la Banshee no muerta que se hallaba protegida de muchos zombis desapareció
en una implosión que la clérigo creo sobre ella. Segundos después la
misma implosión apareció un par de metros más allá tragándose un largo grupo de
no muertos y finalmente salto bastante cerca a Rina, golpeando con parte el
hombre lobo que se lanzaba viciosamente sobre la maga.
Rina estaba completamente drenada para
este punto, la perla dorada que siempre usaba sobre el cuello se hallaba ahora
de un color completamente azul cristalino, su indicación para nosotros de ya no
le quedaba más. La implosión se llevó el brazo del hombre lobo con el cual
estuvo a punto de rajarle el cuello a la mago, pero sorprendentemente más allá
de salvarle la vida a esta fue la oportunidad perfecta para que ella terminara
con su oponente.
El hombre lobo |
Al principio parecía que Rina le había
metido un golpe directo al pecho, mientras este le había clavado su garra en el
hombro a la mago, instantes después había colapsado muerto y solo hasta que
este cayó completamente pude ver que Rina tenía en sus manos la cabeza de una
flecha de plata, y esta le había salvado la vida.
Kaen se hallaba en aprietos con uno de sus
últimos enemigos, apenas había tenido suficiente espacio para esquivar uno de
los violentos movimientos del Constructo de Carne y había terminado frenando
una estampida de uno de los dragones de Jorg, haciéndoles perder una carrera y
caer presa de los brazos de la bestia.
Me acerque un poco más hacia la zona donde
Kaen se movía mientras retrocedía ante los embates de espada del comandante
enemigo, al entrar en el mismo espacio de Kaen, me lance sobre el enemigo de Tecnarquia
usando un aplastar el mal sobre el, recibí un par de impactos y cortes que mi
armadura de Mithrill salvo antes de quedar inútil, aquella oportunidad me había
dejado expuesto completamente a mi enemigo de duelo, pero había sorprendido al
hombre de tecnarquia, que también perdió su capacidad ofensiva al ser derribado
por el embate de mi espada.
Kaen por su parte aprovecho la distracción
y clavo sus dagas en las partes descubiertas de la armadura del
comandante, sin embargo este aprovecho la cercanía en la que este había quedado
y usando probablemente lo que fue su último ataque le cerceno la mano izquierda
a mi compañero.
El constructo de Carne, terminó de partir
en pedazos el dragón plateado de Jorg, haciendo que su compañero se lanzará en
un ataque sin tregua sobre el constructo, tumbándole al piso y rasgándole en
diversos pedazos que arrojo por todo el lugar.
Minutos después la batalla había
terminado, en venganza el dragón de bronce de Jorg se había arrojado rampante
sobre el constructo y le había mordido destajándolo completamente, sin embargo había
algo en la sangre de la monstruosidad que le había envenado y la sierpe pasaba
sus últimos minutos de vida.
Hubo un buen rato al final que pudimos
pelear como grupo ante las hordas de no muertos y vampiros alrededor, sin
embargo la ausencia de Daerin era algo que ya podíamos sentir, nadie nos cubría
en la distancia y Rina se hallaba completamente seca en magia como para
poder cubrirlo.
Guardamos un buen rato de silencio,
sentados al lado del Dragón de Bronce, mientras este musitaba sus últimas
palabras a Jorg, en una forma casi errática, que era imposible de entender
exacto tal vez para él. Cuando finalmente cerró los ojos, estuvimos a tiempo
para observar como sobre el cielo una onda de color verdoso cubría el
firmamento y el eclipse comenzaba a ceder.
Rina había guardado un pergamino, uno de
sus hechizos incendiarios favoritos, y lo usamos para encender una pira,
alrededor de los cadáveres de nuestros amigos y tratándonos de asegurar que la aberración
del constructo de carne no se levantara.
Avanzando un poco más sobre el camino,
pudimos observar como el resto de las tropas de Alastar avanzaban al encuentro
de los Caballeros Leonarios y las otras unidades, Alastar mismo cabalgaba en
frente de ellos, listo a enfrentarles.
Lo correcto hubiera sido tal vez volver un
poco y buscar a Richter, ciertamente no había rastro de el ni de Laceret, No
obstante cuando nos movimos de la pira funeraria el primer paso de todo el
grupo fue en dirección de Alastar, para todos nosotros era hora de terminar con
la pelea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario